Duele sentir los aprietos económicos de los trabajadores, bueno, los que tienen el privilegio de ser explotados. Otros, millones, ni siquiera tienen empleo.Toda esa pobre gente ¡Nunca podrá acceder a una mejor calidad de vida, a la que tiene derecho! Está condenada a la subsistencia. Todo ser humano tiene derecho a contar con iguales oportunidades. Todas, todos, valemos lo mismo.
En México, una percepción común entre ciudadanos y feligreses, es el descuido de sus autoridades hacia ellos; andan como ovejas sin pastor. Muchos no esperan ya nada de la clase política que los ha traicionado tantas veces, y existe una enorme desconfianza hacia el gobierno que usted preside. Experimentan incertidumbre porque no ven de dónde pueda venir el cambio tan anhelado desde hace sexenios. Ha callado la voz profética de muchos de nuestros Pastores, quienes parecen no ver ni sentir nada de lo que está pasando, y sí en cambio se comportan como una Iglesia complaciente y agradecida con un gobierno simulador. Otros Pastores más sensibles, trabajan en silencio, superando el miedo. No pocos sacerdotes están muy inquietos ante todo lo que está sucediendo. Y ya no se diga las religiosas que han sido las más cercanas y comprometidas. No, usted ya no puede esperar una Iglesia incondicional: el Reino de Dios y su justicia, es prioritario.
Nuestra Nación se declara mayoritariamente cristiana, católica y guadalupana. Dice amar al Papa. Usted anuncia en el exterior que somos un país democrático y respetuoso de los derechos humanos y festeja con la clase política a modo y empresarios, sus “reformas” estructurales. Reformas al vapor, hechas a ritmo de intereses pactistas, pero sin la mínima intención de consultar al Patrón que le paga a usted: el Pueblo mexicano.
Poco a poco presidentes sin conciencia han ido rematando nuestros recursos. Lo que falta de entregar, seguramente que lo consumará usted en las leyes secundarias de SUS “reformas”. ¡Los ricos de arriba y los de fuera, podrán servirse ahora con la cuchara grande! Mientras las mayorías seguirán relegadas y cada vez más dependientes. Estamos entrando a la etapa de un México neofeudal. ¿Aguantará esto la gente?
Fuera de la retórica mesiánica, siempre referida a un futuro mejor que nunca llega, y que “ahora sí vamos a crecer el 4%”; fuera de los autoelogios permanentes de sus funcionarios, se simula, se finge que no pasa nada; que México está mejorando. Y tal vez sí, pero para unos cuántos, para la oligarquía: los que detentan el poder y poseen el dinero. Para ellos y sus allegados, siempre hay rebanadas del pastel y el privilegio de una institucionalidad oficial a su servicio. Así nos han traído con falsas promesas que nunca se cumplen. Si anuncian que habrá fuerte inversión del exterior, lo que no dicen que todo finalmente de irá al exterior.
Un ejemplo: Gas Fenosa da el 1% de sus ganancias a hermanos zapotecos del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, y ella se queda con el ¡99%! ¿Esa es la prosperidad que nos espera con las transnacionales?
Para defender los intereses de banqueros, financieros, políticos y altas esferas sociales, está todo el aparato estatal dispuesto a “salvaguardar el estado de derecho”y para proceder en todo momento “con estricto apego a la ley”. Con leyes a modo, se privilegia a unos y se excluye a otros. La corrupción ha llenado las cárceles de inocentes y chivos expiatorios; mientras quefuncionarios y exfuncionarios ladrones, gozan de impunidad y andan libres y hasta con comisiones oficiales.
Al mismo tiempo que se va criminalizando la protesta social, se alejan la transparencia, la rendición de cuentas y la revocación de mandato. Va creciendo la distancia entre autoridades y sociedad civil.
Es más fácil comprar voluntades, manipularlas y reprimirlas, que escucharlas, ponderarlas y construir con ellas el bien común; especialmente con los de abajo, con el sector crítico, académico, disidente, con la autodefensa, con periodistas, con jóvenes, con mujeres. Sin ellas y ellos, ¡México es insalvable! Ninguna fracción social, o partido, aislados, podrán sacar a nuestro País de la crisis generalizada que padecemos. Se requiere de la convergencia de todas las instituciones, instancias de gobierno, iglesias, sector productivo, de las voces disidentes, de toda la sociedad para construir un gran acuerdo nacional, democrático, equitativo, incluyente y corresponsable.
Pero a un año de su gobierno, todo apunta a un sistema de control de dominio. Se fortalece la administración centralista, en detrimento del federalismo, exponiendo a México a las presiones de poderes fácticos. Instituciones de autoridad y responsabilidad social, como la CNDH, IFE, CONAPRED, IFAL, entre otras, que deberían ser autónomas y neutrales para asegurar su imparcialidad, van entrando poco a poco en este dominio oficialista central. Estas instituciones, no son un condimento democrático; cada una, responde a unos derechos humanos; son patrimonio social, no instrumento electorero.
Si esto no para, lo que sigue es una dictadura. Usted, es el primer servidor del país. La soberanía y mando supremo, radica en el Pueblo de México, a quien usted no le consulta sobre decisiones trascendentes que afectan su vida y comprometen su futuro. Usted buscó la Presidencia del País, ¡pues sírvalo! Desde hace muchos años, el México de abajo espera beneficios reales de sus presidentes. Usted no consulta a la ciudadanía, porque no cree en ella; ¡pero ella tiene todo para salir de esta crisis y refundar el país!
El Movimiento Zapatista es la mejor prueba de otra vida libre, digna, integral y compartida, es posible. Las y los Hermanos Zapatistas son una gran inspiración: se informan, toman conciencia, deciden consensando todo en bien de la comunidad, se organizan, trabajan en conjunto. Pero por encima de todo, se han sacudido valientemente toda subordinación humillante o explotadora. Están dispuestos a defender sus recursos, porque son patrimonio de ellos y de la comunidad venidera. Ellos no venden su tierra por que no es una mercancía. Hace años descubrieron sabiamente que tienen que cuidarse de políticos corruptos y de los malos gobiernos.
Si se sigue optando por privilegiar a las élites y los sectores más favorecidos (nacionales o extranjeros), lo que le espera a México ¡es un infierno para todos! En una situación incontrolable, ¡ni usted tendrá condiciones para terminar su mandato! En años venideros estaríamos acuñando una nueva categoría migratoria: ser extranjeros explotados en su propia tierra, al servicio del sector financiero. Ya no tendríamos que migrar a esa gran propiedad privada que es Estados Unidos; los mismos dueños de allá, correrán sus fronteras hasta el sur. De hecho, desde hoy podemos preguntarnos: ¿Quién gobierna realmente México? El Gobierno ¿gobierna, o administra? Y administra mediáticamente. Hoy se puede gobernar hasta por TV. Y usted ¿no acabará siendo un empleado de alguna transnacional, como sus compañeros anteriores?
Sin embargo, para Dios, no todo está perdido. Profundos cambios se están procesando en las conciencias acrisoladas, hambrientas y sedientas de justicia de mucha gente, en México, en nuestro Continente y en el mundo entero. ¡Los días de la corrupción y la acumulación desmedida, están contados! Jesús, el ÚNICO Rey, y ÉL tiene la última palabra. El Espíritu Santo trabaja incansablemente en la gestación de un mundo nuevo, para todas y todos, en el cual no reine nunca más el ídolo del pinche dinero. Las redes de nuevos constructores se están tejiendo ya en todo el Globo.
El otro Camino que puede seguir nuestra querida Nación tan lastimada, es el camino de Jesús: el camino del Reino de Dios; o su versión guadalupana: el gran proyecto del Tepeyac. Ambos, proponen la construcción de una nueva sociedad tejida de abajo a arriba, iniciando con la participación de los pequeños, de los que no cuentan, ni importan, como sujetos de una historia de justicia e igualdad; con oportunidades y los mismos derechos, de jure y de facto, para todas y todos; sin rapiña de recursos, ni acumulación de bienes.
Estamos en deuda con Jesús y con María de Guadalupe: les construimos templos, les rezamos, los amamos, pero no los obedecemos, porque no estamos levantando esos templos vivos que nos pidieron; ¡Porque no estamos integrando una nueva sociedad! El Reino de Dios que Jesús nos ordenó se verifica en relaciones justas, igualitarias, incluyentes, amorosas, transparentes. Sólo así podremos tener la paz anhelada.
Usted tiene dos opciones: escuchar las voces del dinero, o escuchar los llamados al Reino de Dios a través del Pueblo. Lo que decida traerá consecuencias, porque no se puede servir a dos señores: a Dios y al dinero. Si quiere paz para nuestro País, trabaje por la justicia, iniciando la reconstrucción del país, desde los sectores más golpeados. No insista en reconstruir la imagen de México en el exterior.No son cosméticos los que requiere el país, sino una transformación profunda y justa.
Ruego a Dios Padre de todos y todas, que le ilumine para aprovechar su gracia en estos momentos cruciales para México, nuestro Continente y para el mundo entero. Que los Evangelios sean su inspiración y el Reino de Dios su programa.
Pbro. José Alejandro Solalinde Guerra
Misionero del Reino de Dios.
Albergue de Migrantes Hermanos en el Camino